
Ing. Freddy A. Hidalgo Torrejón
Ingeniero Ambiental
De acuerdo con el inciso b, del artículo 4, de la ley N° 8839, la gestión integral de los residuos sólidos debe hacerse de acuerdo con un determinado orden jerárquico, que sitúa en segunda posición “reducir al máximo la generación de residuos en su origen”. La intención de reducir al máximo la generación de residuos hace que partamos del hecho de que nos encontramos frente a una situación, donde no podremos reducir a cero la aparición de los residuos.
Si partimos del hecho de que los residuos de construcción se generan como resultado del uso de materiales tradicionales como bloques de concreto, madera para formaleta, acero para armadura y hierro negro para estructura metálica, entre otros; se puede decir que cuanto más congruente sean los medidas de los elementos a construir con respecto a las medidas de fábrica de los materiales, entonces reduciremos al máximo la posibilidad de corte de los materiales y de este modo estaremos generando la menor cantidad posible de residuos sólidos de la construcción. Cabe recordar, que los residuos sólidos de la construcción son considerados como especiales. Debido a que su disposición final en un botadero o escombrera, requieren de espacios considerables a causa de su gran volumen y difícil compactación. En algunos casos los residuos de escombros se emplean como material de cobertura para los rellenos sanitarios y en otros simplemente se acopian.
En la actualidad, los proyectos constructivos se caracterizan por contar con una etapa de diseño en donde se prevé la funcionalidad de la obra a construir. En esta etapa, el diseñador encuentra las alternativas idóneas en términos de arquitectura e ingeniería, para luego darle paso al constructor, quien se encargará de ejecutar el diseño haciendo uso de las mejores y más adecuadas prácticas constructivas.
Si queremos construir una pared de mampostería y concreto armado, el diseñador debe tener en cuenta que siendo los bloques tradicionales de una longitud de 40 cm c/u, podemos reducir al máximo la generación de residuos de bloques de concreto modulando paredes de múltiplos de cuarenta. De esta manera, se evita el corte de bloques y con ello se reduce al máximo la aparición de este tipo de residuo. Para el caso del concreto armado, el diseñador deberá tomar en cuenta la medida de la tabla de formaleta, que aproximadamente tiene una longitud comercial de 30 cm, con una longitud neta de 25 cm; por lo tanto, si diseñamos columnas y vigas de concreto armado de secciones múltiplos de 25, probablemente el constructor podrá utilizar las piezas de madera sin necesidad de cortarlas, o en todo caso, con el mínimo corte posible.
Con base en lo anterior, el diseñador juega un rol importante en la generación de residuos en su origen, dado que será el responsable de entregar al constructor un juego de planos y especificaciones constructivas, y junto con ello la posibilidad de fomentar el uso lo más exacto posible, de los materiales de construcción, priorizando el mínimo corte y desperdicio de los materiales a emplear. Un diseño que contemple la reducción al máximo de la generación de residuos no implica sacrificar la calidad arquitectónica e ingenieril de la obra; sino por lo contrario, mejorarla, adicionando una variable más a las ya tradicionales de diseño. Esta variable, que podemos denominar como la del mínimo residuo, no solo generará ahorros de dinero en la vivienda o edificio comercial que se construirá, sino que lo más importante, involucrará a los principales actores del proyecto, que son: el diseñador, el constructor y el desarrollador o propietario, en aras de lo que se denomina una gestión integral de los residuos sólidos. Es necesario que todos los actores involucremos la variable del mínimo residuo en nuestros proyectos constructivos, de manera tal que la etapa de diseño prevea también el éxito funcional de la ingeniería ambiental en términos de residuos sólidos.
Para poder estimar el éxito que mencionamos, como primer paso, es recomendable estimar la cantidad de residuos sólidos esperados durante la etapa de diseño. Como segundo paso, otorgar al constructor las especificaciones necesarias para lograr el objetivo deseado; y como tercer paso, verificar a través de la inspección profesional la cantidad de residuos que se generó al final del proyecto. De esta manera, podemos partir de un valor inicial estimado y una vez concluida la obra podemos contar con un valor final medido, ambos valores diferentes de cero, y donde el valor final es inferior al valor inicial, pero muy cercano a cero.